Perú ¿Y si dejamos de exagerar?
Veo a las y los peruanos y pienso que nos faltan muchas cosas. Clamamos más vacunas para tener defensa frente a nuestro bien más sagrado, la vida que ya tenemos; requerimos más y mejores empleos; urge más seguridad frente a la delincuencia; precisamos más educación para aliviar la ignorancia, pero creo que esta segunda vuelta nos ha dejado claro que necesitamos algo que no habíamos visto con tanta atención: Nos hace falta cordura, moderación, calma, paciencia.
Tenemos el defecto de sentir que en cada elección nos estamos dirigiendo a un precipicio del que jamás saldremos. Nos ha sucedido cada vez en los últimos años. Si llegaba Ollanta perderíamos todo; si PPK triunfaba un senil no sabría qué hacer con el país ¿Y saben qué pasó? En realidad… Nada. Esos grandes miedos que tenemos son producto de la exageración, no de los hechos.
Aun así, esos temores han moldeado nuestra percepción. Vimos tantos monstruos que parece que ahora sí se nos aparecieron, gritamos tantos “lobo” que quizá llegaron dos. Por primera vez Keiko Fujimori tiene posibilidades reales de hacerse con la presidencia en gran parte porque en frente tiene a un candidato que rompe los esquemas: Un izquierdista de muy vieja escuela, campirano, que rechaza la moderación y corrección política, un devoto creyente y fiero defensor de un pueblo que ha sido abandonado, Pedro Castillo.
Los unos y los otros vociferan que el triunfo del contrario significaría la ruina completa del Perú. Si Castillo gana ascenderán los terroristas, masas pueblerinas invadirán nuestras ciudades, nos haríamos una copia exacta de Venezuela, el socialismo nos arrebataría todo. Si Keiko gana perderíamos nuestra democracia, libertad de expresión, aumentaría la represión, nos condenaríamos a más de lo mismo que no nos ha funcionado.
Creo que de nueva cuenta estamos viendo monstruos donde no los hay. No me malinterpreten, tanto Fujimori como Pedro tienen graves cuestionamientos encima, de hecho, comparten muchas objeciones. Ambos son conservadores sociales que ponen sus creencias personales por delante de los intereses del pueblo (que son pueblo, así no sean el pueblo que les gusta), tienen mentores políticos de muy cuestionable pasado (Alberto Fujimori y Vladimir Cerrón) y los dos han mostrado muy poca vocación democrática.
A pesar de ello, el escenario apocalíptico que pintan no es realista. De entrada, para ambos, hay un congreso fragmentado donde quieran o no tendrán que negociar, es cierto que Fujimori tiene más asientos que le son afines y podrían respaldarla, pero no sería gratuito ni permanente, pero igual de cierto es que si ella gana, Cerrón dirigirá desde el legislativo a una oposición aguerrida que puede convertírsele en una pesadilla.
De la misma manera, las improvisaciones y potenciales decisiones de riesgo de Castillo se verían frenadas por el Congreso, él podrá levantar la voz, convocar a marchas, acosar a los otros poderes, pero los contrapesos le harían sentir su fuerza y podrían vacarlo. Así pues, para ambos hay una barrera importante que puede detenerlos y contenerlos.
El poder empresarial también sería un obstáculo para Castillo. Puede decir que sin el pueblo nada, pero sin el dinero de los empresarios logrará muy poco y necesita resultados para mantener el favor de la gente. De la misma manera, el pueblo con un profundo y justificado rechazo hacia Fujimori sería una piedra en el zapato que podría convertirse en un permanente dolor de cabeza, las manifestaciones la podrían ahogar.
Y por último: Usted, tú, todos y todas. Cuando pintamos escenarios tan desastrosos nos olvidamos de dos detalles que son importantes: Sin importar quién gane, habrá más días y cada día es una nueva oportunidad de pelear contra las injusticias de ese nuevo gobierno. No somos pequeños copos de nieve ante el sol, somos personas, ciudadanos con capacidad para presionar, exigir, incidir y obligar a los gobiernos a cumplir: No somos de juguete ni estamos indefensos.
Esto, por supuesto, nos exige responsabilidad: Aceptar que no basta con votar, hace falta participar más. No es fácil, no es divertido, no contamos con mucho tiempo para dedicarle, pero de no hacerlo sólo veremos convertidas en realidad nuestras pesadillas. No hoy, no con Keiko ni con Pedro, pero el Perú no termina este domingo, vienen muchos años más y entonces sí podrían volverse realidad nuestras fantasías oscuras. Podría llegar al peor si seguimos exagerando y al mismo tiempo no hacemos nada de fondo para evitar que suceda.
Por eso, este domingo vote por Pedro Castillo o Keiko Fujimori, hágalo en blanco, viciado o hasta no vaya a votar, tome la decisión que usted prefiera. Acepte que la candidata y el candidato son seres humanos con muchos defectos y que ambos nos serán un problema, pero relájese, mantenga la calma y recuerde que si el 6 de junio no resulta lo que esperaba, puede trabajar y cambiar a nuestro Perú para mejorar.
Esta primera columna la dedico a los 180 mil muertos por el coronavirus, muchos de ellos no habían sido reconocidos, muchos de ellos murieron en dolor y soledad, muchos de ellos podrían estar hoy vivos. Los llevaremos en el corazón y la memoria para que siempre vivan.
DCEC.
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